Salí del paradero más absoluto
como algo progresivo y desplegado, fui recuperando la energía
mi reflejo, mi vida.
Y al igual que el hundimiento
más desesperado entre espasmos y sudores fríos, me engulló
mi cama y me ahuyento mi mundo onírico.
Y hubo en aquella noche (13 de mayo) algo que realmente se sincronizaba por etapas y algo que no paraba de lanzarme
mensajes, en los tímpanos y la almohada era mi amada
disfrazada con drenajes, unos destellos blancos entre sueños
como espigas, chasquearon sus dedos, me despertaron
y susurraron algo como, “mira quien ha venido”
y mi ojo salió de su penumbra triste y vacía, al llenarse
y al contentarse por un haz cristalino como el cristal que no envejece.
Retire la misma cortina rosa y quemada y la luna
era un pequeño punto redondo que miraba mi ojo
la dejé que mirase y limpiase mi tibieza.
Eran las 05:02 de la madrugada.