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CUANDO LA PRACTICIDAD SE HACE NORMA
Crecimos en una cultura donde se nos ha inculcado que debes trabajar mucho, dar el máximo de tu tiempo y el máximo de tu energía para conseguir prosperar en la vida. Es por eso que, para muchos, “más es más”, es lógica pura.
Afortunadamente existe una ley descubierta por Vilfredo Pareto que no solo echa por tierra todas esas ideas inculcadas, sino que las contradice. Ahora “menos es más”, se ha convertido en la nueva lógica.
Pareto observo que el mundo estaba divido entre un 80-20 y fue aplicando este razonamiento a muchos ámbitos de la vida, comprobando por ejemplo que un 20% de la población ostentaba el poder político y los recursos frente a un 80% de la población que eran los que hacían que ese engranaje del sistema girase y la economía siguiese. Este fenómeno del 80-20 puede aplicarse a todas las áreas que te imagines, pudiéndose crear acertadas estadísticas.
El 20% de clientes suponen el 80% de ventas, el 20% de tus actos hacen el 80% de tus resultados, El 80% de los guisantes del jardín salen del 20% de las vainas plantadas, el 20% de tus conocidos serán amigos frente a un 80% que solo serán colegas, etc.
Por lo tanto, el 80% de las consecuencias proviene del 20% de las causas y el 80% de tu éxito va a depender del 20% de tus acciones y esfuerzo.
En definitiva, La regla viene a decir que la parte más importante o que genera mayores resultados en cualquier sistema, es una parte reducida.
Para poder ser eficiente en un mundo cada vez más estresante y con más horarios, abra que aprovechar bien el tiempo haciendo una buena organización. Por ejemplo, hacer tareas por tandas e invertir después un 20% de tu tiempo en cada tanda será un buen comienzo para ser más productivo.
Identifica el 20% de tus fortalezas en tu vida y después invierte un 20% de tu tiempo en darle foco a esa área, avanzaras un 80% cada vez que lo lleves a cabo. Así es como a grandes rasgos funciona esta ley, que se basa en simplificar, organizar y enfocar acciones.
Ahora la ley del mínimo esfuerzo nos hace más productivos y felices, sacando de la ecuación el agobio de tener que dar o hacer más (que siempre nos dejara con la sensación de que nunca es suficiente). Este razonamiento nos convierte en más eficientes, generando mayores resultados. Dando un 20% de acción se satisface un 80% de demanda. Bendito Pareto.