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Era un reloj, estaba siempre parado
no sabía que era el tiempo
solo era en un instante, en una décima de nanosegundo
podía unirse y ser en un momento con el flujo del universo.
Un buen día, uno de esos días
en los que entra el sol de lleno por la ventana,
comprendió entonces que vivía en otra dimensión,
que es siempre el mismo tiempo.
Fue entonces cuando se quitó su disfraz de reloj, se deshizo de tantos números
y salió a contemplar y a correr por el campo que había detrás de aquella casa.
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