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CUANDO HACES UNA TOMA DE CONCIENCIA
Todos, alguna vez, hemos habitado el arquetipo víctima. Este arquetipo existe para comprender que nos han dañado, atacado o herido.
Recorremos en solitario las frías calles del abandono, de la soledad o de la introspección dolorosa. Pero hay víctimas de muchas clases. Puedes ser víctima de un tirón del bolso o de una mano en tu cartera, pero también, se puede ser víctima de un desgarrón en el alma, en la dignidad, en la inocencia… Hablo de maltrato, de violación del tipo que sea, hablo de rebajar a un ser humano.
Hay que desvelar irremediablemente nuestro dolor y hacerlo consciente. Adentrarse y entender que hay algo que sanar y algo que contemplar y comprender. Sospechábamos que había algo que no habíamos escuchado con tanta atención y la vida nos lo amplifica para hacernos cargo…
Una vez hemos recorrido ese solitario camino, donde aprendimos y nos hicimos más fuertes. Debemos ahora conectarnos con nosotros mismos y con nuestra pura esencia, viviendo desde el amor propio, dando valor a nuestros límites personales y sobre todo a nosotros mismos.
No hay que cometer el error de quedarse en el arquetipo víctima, hay que trascenderlo y llegar así a recorrer todo el camino. Dejar de ser una víctima para hacerte cargo de uno mismo, es de las cosas más trascendentales que se puede experimentar en esta vida. Los acontecimientos o personas o lo que sea que te manejaba, ya no operara más sobre ti. Recuperaste tu poder y eso es libertad.
Decidir cambiar de arquetipo es iniciático. Ahí reside la mejor sabiduría. Trasciendes y haces la alquimia de humano a héroe o heroína de tu propia vida. Puedes contarlo y tu verdad puede ayudar a otras personas. Sales de ese pozo conociéndote y amándote más. Perdonándote, perdonando.